Maquicupuna - Una tierra escondida

Maquicupuna - Una tierra escondida

Mundo de Aves

Maquipucuna (mano amiga, en quichua), ubicada en Nanegal, noroccidente de Pichincha. Para llegar se atraviesan dos riachuelos de aguas transparentes y queda atrás el frío andino. Quedan atrás un camino sinuoso rodeado por cañaverales, arbustos con hojas rojas, marrones y naranjas que se confunden entre el verde de los árboles


A dos horas en auto desde Quito se llega a la reserva ecológica Maquipucuna (mano amiga, en quichua), ubicada en Nanegal, noroccidente de Pichincha. Para llegar se atraviesan dos riachuelos de aguas transparentes y queda atrás el frío andino. Quedan atrás un camino sinuoso rodeado por cañaverales, arbustos con hojas rojas, marrones y naranjas que se confunden entre el verde de los árboles. Un puente de madera y caña guadúa cubierto con hojas de plátano y bijao permite cruzar el río Humacacha, afluente que nace 5 kilómetros arriba. Decenas de colibríes de diversos tamaños y colores revolotean sobre quienes llegan. En esta zona existen 349 especies de aves. Al ingreso de la reserva hay una hostería construida con materiales de la zona: madera, caña guadúa y techos de hojas de plátano. “Es el paraíso”, dice Óscar Vanegas, un estudiante de biología que vino de EE.UU. para mirar la biodiversidad que solo conocía por los libros. Más allá de la hostería está la verdadera aventura: 6 000 hectáreas de bosque primario y secundario. Los guías presentan seis opciones: la ruta de los arrieros, que atraviesa los culuncos o senderos que usaban los Yumbos que poblaban la zona. Además, la ruta de los palmitos, el humedal, las cascadas, el sendero principal y el camino del bosque nublado.  El más corto demora entre una y dos horas, mientras el más largo toma cinco. “Cualquier sendero es lindo. Durante el recorrido se pueden ver aves como el gallo de la peña, tucanes, osos de anteojos, tigrillos, pájaros carpinteros, orquídeas”, señala el guía Arsenio Barrera en un inglés ecuatorianizado. Barrera no se equivoca. Por el sendero principal el trinar de aves se confunde con el croar de sapos y el persistente sonido de las chicharras. Pide silencio y muestra un tucanet, posado en un árbol. Sigue y las ramas de otro árbol se mueven. Dos pavas huyen. Luego una mariposa 98, llamada así porque cuando cierra sus alas se ve la forma de ese número. Luego se escucha un sonido similar al de los taladros. Es un pájaro carpintero. Mientras los visitantes toman un delicioso café preparado con el producto cosechado en la reserva, la opción es seguir adentrándose y compartiendo con la naturaleza o retornar. De regreso a Quito, la niebla se posa sobre los árboles. Qué más hacer En la comuna Santa Marianita, a cinco minutos, usted puede adquirir objetos elaborados en tagua. Los vecinos tienen una microempresa. También venden mermeladas. En Nanegalito. Este es un punto obligatorio para disfrutar de la gastronomía de la zona. Puede optar por un caldo de gallina, fritada con yuca o cebiche de palmito. CaminatasVía a Nanegalito está el Pahuma, ahí puede comer o seguir por los senderos guiados hasta las cascadas que están en la zona o puede aventurarse  al teleférico. En la Mitad del Mundo. Este es otro lugar para visitar y que le queda en el camino. Ahí puede tomarse fotos con el monumento a la Mitad del Mundo. Lo que debe llevar No olvide llevar ropa ligera, así si se moja por el recorrido por las cascadas o ríos puede secarse rápidamente. También lleve gorra y protector solar. Binoculares. Si tiene unos llévelos, de esta manera podrá ver mejor a las aves y a otras especies. Si no tiene en la reserva le facilitarán unos para que admire el paisaje. Repelente. En la zona existen muchos mosquitos y zancudos. Lleve repelente y es mejor que use camisetas de manga larga para evitar las picaduras. La entrada a la reserva cuesta USD 10 para extranjeros y USD 5 para nacionales. Si desea hospedarse hay habitaciones de USD 66 y 45. Detalles en el teléfono 250 7200.

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