La Totora y sus usos


La totora es para los habitantes de las poblaciones ubicadas en las riberas del lago San Pablo, Imbabura, como el papiro para los egipcios o la guadúa para la gente de la Costa. Este junco americano es utilizado artesanalmente para la fabricación de esteras, balsas, aventadores y más. Se aprovecha desde hace siglos. Los nativos de Otavalo, por ejemplo, empleaban y emplean las esteras como cama para dormir y como mantel para colocar sus alimentos. Pero los imbabureños no son los únicos en aprovecharse de las bondades de este material; muchas comunidades de provincias como Cotopaxi y Chimborazo la utilizan para elaborar accesorios que le sirven para su vida cotidiana. Este aprovechamiento de la totora tiene una actualización plausible gracias a la iniciativa de algunas entidades y personas que, luego de un profundo análisis de mercado, trabajan en el diseño y la fabricación de mobiliario de alta gama. Los pioneros en este campo son los artesanos y artesanas pertenecientes a la comunidad de San Rafael de la Laguna, uno de los pueblecitos lacustres que se disemina por las riberas de este lago natural de 7 km2 de superficie y 583 hectáreas, aproximadamente. 

La destreza la pusieron las manos de 40 artesanos de Totora Sisa, una empresa que trabajaba con la fibra desde hace muchos años en su comunidad, haciendo lo de siempre: tejer canastos, esteras, aventadores que servían -principalmente- para el negocio local.
Eso fue hasta hace unos siete años, explica Martha Gonza Chicaiza, de Totora Sisa. Entonces, los tejedores decidieron escalar una grada más y emprendieron el ambicioso proyecto de crear mobiliario de la más alta calidad. Para ese despegue tuvieron la ayuda de varias entidades y personas, como la Universidad de las Américas (UDLA) y el experto colombiano Jorge Casiblanco, natural del pueblo tejedor de Fuquene. 

Hoy, el taller de Totora Sisa está consolidado y ofrece mobiliario de primera calidad a precios competitivos. En total se han desarrollado 30 nuevos muebles y artículos de totora, entre los que constan a más de los tradicionales esteras y canastas, sofás, canapés, biombos, espejos, sillones, lámparas, mesas ratonas... en fin, todo para equipar el hogar. Es más, junto a la Universidad Metropolitana de Diseño proyectan la línea Yachag, propuesta como tema de fin de carrera por Milton Osorio, un talentoso diseñador industrial. Según Edward Barragán, maestro de diseño, esta nueva línea de muebles se basa en la escala orgánica y en las vivencias cotidianas de los vecinos del lago San Pablo. Los diseños tomaron como referentes tres leyendas imbabureñas: el Taita Imbabura, el Yamor y los corazas. Nacieron así las colecciones Ulcu y Yaku (basados en los caballitos de totora), Pacari (flores estilizadas),
Ali Shungo (fiesta del maíz) y Yumbos (danzantes que acompañan al coraza). Los prototipos están listos y la producción empezará con un 'lanzamiento' por todo lo alto previsto para mayo. Pero no solo en el norte la totora vive su despegue de calidad. En el sur, más exactamente en Cuenca, también hay una nueva y original propuesta de mobiliario de altos estándares fabricados con este junco. Se trata del trabajo de Juan Fernando Hidalgo Cordero, un arquitecto que -coincidencialmente- basó su tesis en el aprovechamiento de la totora como material de construcción . Eso fue en el 2006. 

Hidalgo realizó una gira de prospección por Bolivia y el país antes de dedicarse a bocetear, diseñar y luego fabricar sus productos. También se basó en algunas referencias artesanales de Tailandia y otras partes de Asia en donde se usa una fibra similar. Sus creaciones han tenido una gran acogida y hasta ha realizado exposiciones. Entre sus diseños se cuentan, por ejemplo, la banca totora, el lounge flexible, la mecedora totora, dos mesas moldeables, un puf , el 'cubo' totora... En fin, diseños originales por donde se los mire.



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